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EL DESTINO TIENE MI BOLETO

Me siento como si me encontrara realizando un viaje.

No de placer. De trabajo. De comisión.

Buscando notas extrañas en un lugar extraño súper conocido. Estoy en mi paraje raro con nuevos aires.

Me siento foráneo en esta inmensa calle rodeado de personas que van y vienen.

Donde la bulla de los buses y autos desentonan con la calma que siento en esta cama.

Cama que siento como isla. Enorme.

El dueño del hotel no ha arreglado el agua caliente de este cuarto, también inmenso.

El mejor, el más caro. La suite.

El agua fría me hace bien. Ya estaba acostumbrado.

Antes de salir de viaje me bañaba con agua helada. El destino me estaba preparando.

Alistando para esta partida-huída.

Los ventanales siempre me gustaron.

Siempre, hasta hace más de un mes, que no me gustan, que me desagradan, que aborrezco.

Estos grandes ojos abiertos los cierro y me escondo. No quiero que me vean.

Escondido estando al descubierto.

El blanco de las paredes que tenía ahora es gris. Blanco humo, así dice en el pantone.

La sala es gigante. En la cocina se puede bailar. Conversar.

Preparar un desayuno que nunca se termina de hacer.

Un perro me ladra y se voltea para rascarle la panza. Estoy en un viaje. Yo no tendría un perro.

Lo mínimo me acompaña. No quiero más. No importa más. Es que me siento de viaje.

De pasadita nomá. La comisión sigue. Cuál será el próximo destino, hacia dónde me mandarán.

El destino tiene mi boleto.

1 comentario

carmendelly -

Buen post! pasare seguido--